La lucha por la igualdad nos compromete a todos.
Históricamente esa lucha la han
protagonizado en su mayoría mujeres, pero también existen hombres que se
comprometieron con el cambio y se opusieron a la costumbre y los prejuicios y lucharon en favor de la igualdad de las mujeres frente a los hombres.
Adolfo González-Posada y
Biesca fue uno de ellos. Jurista, escritor, traductor y político, nació en
Oviedo en 1860. Defendió durante toda su vida la igualdad de las mujeres.
Fue catedrático de Derecho
político de la Universidad de Oviedo, para pasar después a explicar Derecho
municipal en Madrid y, desde 1919, Derecho Político hasta su jubilación en 1931.
Autor de innumerables ensayos, sus trabajos más interesantes son los del ámbito
de la sociología y de las leyes.
En su libro Feminismo de 1899, afirmaba que:
-
“Lo que el feminismo dice es que el hombre y la
mujer son, a pesar de su sexo, seres perfectamente iguales en cuanto a la
dignidad, valor moral, representación humana… por lo que deben estar sometidos
a un régimen jurídico idéntico, con iguales derechos, a un tratamiento
educativo y a idénticas condiciones en lo tocante a la expansión de sus
tendencias humanas. El sexo no debe implicar una vida económica, política,
legal, moral distinta, ni en lo relativo a las exigencias sociales, ni en lo
relativo a las obligaciones sociales… Las diferencias fisiológicas sexuales
entre hombres y mujeres son importantísimas, ¿cómo negarlo?, pero no determinan
ni un tratamiento educativo distinto en lo que tienen de común, ni menos una
incapacidad por parte de las segundas para ninguna de las manifestaciones
verdaderamente humanas que no tengan por condición inmediata el sexo”.
Algo que suena muy actual,
¿verdad? Lo escribió hace más de 100 años.
Adolfo González-Posada manifestó
las consecuencias sociales de estos prejuicios o costumbres, y la
fuerte resistencia a reconocer una condición jurídica a la mujer igual a la
del hombre.
En su libro Feminismo, deja
de manifiesto numerosas denuncias, como “el ideal de la mujer de casa”, sobre
el acceso de las mujeres al “ejercicio de la vida política”, donde en aquella
época se le negaba el voto, ni podían acceder si quiera a ser concejalas de su
pueblo. También hace referencia a la prostitución, y como se opone a un
reglamento que emitió el Gobierno Civil de Madrid en julio de 1877 para
“Organizar la sección de higiene de la prostitución”.
Analizó el Código Civil de la
época, advirtiendo el carácter antifeminista de esta ley, denunciando la
sumisión de la mujer al hombre en el matrimonio. En el Código Penal existían
diferencias, se introducía la condición del sexo para ciertos delitos y para la
aplicación de las penas (para ellas). Como ejemplo el adulterio solo se
castigaba cuando lo comete la mujer, y que incluso era decisivo atenuante si el
marido “mata o causa lesiones graves a su mujer o al adúltero” e incluso es un
eximente si las lesiones son leves. Añadía estos casos concretos para demostrar
que en definitiva las discriminaciones en la legislación eran fruto de los
prejuicios y de una creencia generalizada en que las mujeres eran inferiores.
Adolfo González-Posada y
Biesca, puso de manifiesto en su
libro Feminismo como las leyes
claramente hacían uso de la discriminación, y del poder del hombre sobre la
mujer, e intentó con su publicación que no sólo fuera “una doctrina de
liberación y reorganización” para garantizar los derechos de las mujeres, sino
que, “en interés de la colectividad”, lo valoró como un ideario imprescindible,
el único camino para desarrollar un Estado democrático.
Hombres
que lucharon por la igualdad
Consideraciones
historiográficas a propósito de Adolfo Posada y su Feminismo
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